sábado, 3 de septiembre de 2011

Segunda Guerra Mundial

Aunque el 3 de septiembre de 1939 es la fecha formal del estallido de la guerra, el conflicto empezó el 1 de ese mismo mes, cuando las tropas alemanas, a las 04:45 am, lanzaron sus primeros ataques sobre Polonia. Ya Hitler se había apoderado de Austria en 1938 (el Anschluss o la anexión de aquél país, con el beneplácito de sus ciudadanos) y había descuartizado a Checoslovaquia con la anexión de la zona de los Sudetes, donde habitaba población de lengua germana. Ahora, su intención era incorporar al Reich alemán a la zona de Danzig, separada del país por territorio polaco. En un principio, deseaba obtener un corredor de territorio que llegara hasta esa zona (también germanoparlante), para construir ferrocarriles y carreteras, a lo que obviamente Polonia se negó. No deseaba comprometer su soberanía y además, para ese momento, se consideraba que el ejército polaco era más fuerte que el alemán.

Y es que las cláusulas del Tratado de Versalles fueron muy duras con respecto a la reconstrucción de las fuerzas armadas alemanas. Se redujo su número a un pequeño núcleo de apenas cien mil hombres, no se le permitió tener ningún avión ni desarrollar vehículos acorazados. Polacos y checoslovacos contaban en aquél entonces con un ejército más numeroso y equipado que el alemán, pero eso cambió con la llegada de Hitler al poder en 1933. De inmediato se aplicó una política de rearme, aprovechando diferentes circunstancias del contexto europeo, como la distracción francesa por el proceso de elecciones que atravesaba el país galo, o la recuperación económica que vivía Alemania por el flujo de capitales que empezó a ingresar nuevamente en el país. Los pilotos se entrenaban en empresas como Lufthansa y muchos otros fueron a seguir estudios técnicos en la Unión Soviética. Se creó la Luftwaffe y la Kriegsmarine, los cuerpos de la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra, respectivamente.

En 1936, cuando se inicia la Guerra Civil Española, la península ibérica se convierte en el ensayo general de una futura guerra en Europa y en campo de pruebas para las nuevas armas de los alemanes. Los Panzer I tienen su bautismo de fuego, aunque en pequeñas cantidades. Se comprueba además la eficacia de los aviones para devastar líneas de suministros, y bombardear sembrando el pánico y desmoralizando a la población civil. Los italianos, que como los alemanes, también respaldaban a Franco, prueban de igual forma su armamento. Los soviéticos, por otra parte, participan también en el conflicto español suministrando de armas a los republicanos, en especial con tanques T26. La Guerra Civil Española deja conclusiones que no son aprovechadas por las potencias occidentales, pero los alemanes se dan cuenta que el futuro de la guerra está en la mecanización de la misma, en el uso del blindado como punta de lanza para las ofensivas terrestres, y especialmente, en ganar la superioridad aérea para garantizar el éxito de las operaciones. Son lecciones que aplicarán posteriormente en Polonia y que llevarán el nombre de Blitzkrieg: La guerra relámpago.

Para el 1 de septiembre de 1939, cuando se inicia la guerra, Alemania no era todavía el ejército moderno y mecanizado que nos muestra la propaganda nazi. Gran parte de su ofensiva se realizó a lomos de caballo, y las unidades blindadas que participaron eran en su mayoría Panzer I y II, tanques ligeros, aunque superiores en calidad a los polacos. El Alto Mando Alemán temía, casi con desesperación, que la ofensiva contra Polonia haya sido muy precipitada y que los franceses se lanzaran en una ofensiva masiva por la frontera oeste, atrapando al país en dos frentes insostenibles y causándoles una aplastante derrota. Francia contaba en aquél entonces con 425 mil soldados en la metrópoli, sin contar a sus fuerzas coloniales ni a los batallones de reservistas que podían ser movilizados rápidamente. De haber sido más enérgicos, los franceses hubiesen podido movilizar 200 mil hombres en unas pocas horas para atacar Alemania por el oeste. Sin embargo, pese a declarar la guerra al III Reich el 3 de septiembre, 48 horas después de iniciada la ofensiva alemana contra Polonia, las tropas francesas se limitaron a mantener sus posiciones a lo largo de la Línea Maginot, un complejo de defensas fortificadas que iban a lo largo de la frontera con Alemania, futuro monumento a la desidia e ineptitud del alto mando francés, que vería al año siguiente, horrorizado, cómo los alemanes, haciendo gala de la Blitzkrieg, superaban las defensas francesas, desbordándolas y contando con una vía abierta y directa hasta París.

Aunque los alemanes sufrieron importantes bajas invadiendo Polonia (perdieron 220 tanques y casi 300 aviones, especialmente por el eficaz trabajo de las baterías antiaéreas), el país colapsó al cabo de tres semanas. Los remanentes de su ejército y el gobierno huyeron a Rumania primero, y luego se exiliaron en Londres, donde formaron cuerpos para seguir luchando en Europa y África. Los polacos resultaron ser excelentes pilotos y defendieron con sus vidas a las Islas Británicas, cuando Hitler lanzó la operación León Marino, la fallida invasión de Inglaterra. El ataque a Polonia marcaría entonces el inicio de un conflicto que cambió al mundo y que causó 50 millones de muertos, y que originó un nuevo orden mundial que se mantendría por los siguientes 45 años.