sábado, 23 de julio de 2011

¿Han fracasado las revoluciones de América latina?

1. El fracaso de los proyectos revolucionarios en América Latina.

Después de la pérdida de las elecciones del Frente Sandinista en l 990, la crisis cubana, el poco porcentaje de votos del FMLN en E1 Salvador, la intervención de USA en Haití para restablecer el gobierno de Arístides, la pérdida del PTE en el Brasil y la insignificancia de los votos obtenidos por Cárdenas en México para citar sólo algunos acontecimientos cercanos la pregunta parece una redundancia. No sólo han fracasado los proyectos revolucionarios sino que la misma izquierda revolucionaria latinoamericana se encuentra sumida en una profunda crisis. El fracaso de los proyectos revolucionarios no es una imputación que realicen hoy sólo los partidos conservadores o aquellos que más se han beneficiado de la situación actual sino que otrora conspicuos líderes revolucionarios como Villalobos en San Salvador y Sergio Ramírez en Nicaragua amen de una gran cantidad de antiguos militantes se apuntan hoy en el mejor de los casos a los postulados de la socialdemocracia y en el peor escépticos y cansados, sin vislumbrar otras posibilidades, abdican de su pasado y piensan que ya no hay mas lugar que para la resignación o para la violencia destructiva. Simbólicamente creo que la derrota electoral del frente sandinista es lo que más ha afectado anímica y políticamente las expectativas de la izquierda revolucionaria latinoamericana.



El Frente Sandinista, veinte años después de la revolución cubana y después de tantos intentos fracasados en Argentina, Chile, Uruguay se convertía en el alma de la revolución latinoamericana y creaba renovadas esperanzas en todo el continente, especialmente en Centroamérica. Su derrota electoral con el 45 % de los votos puede considerarse insignificante si se tiene en cuenta la amenaza de Estados Unidos de continuar la guerra si no ganaban los suyos. La "piñata" posterior por la que los dirigentes sandinistas se repartieron bienes del Estado desprestigió en poco tiempo a un gobierno que gozaba de una cierta fama de honestidad. Sin embargo, aunque hubieran mantenido una trasparencia absoluta, aunque pudieran volver al poder con la mayoría de los votos ¿podría el sandinismo dar respuesta a las mayorías pobres de Nicaragua como de hecho dio en la década de los ochenta? ¿Podría volver a levantar aquél derroche de ilusión y generosidad impresionante en la pasada década? La respuesta es que no. No existe un bloque socialista que pueda apoyar proyectos socialistas y la experiencia cubana, con todo lo respetable que pueda ser. aparte de no suscitar ningún entusiasmo entre las mayorías pobres, sólo es viable con la inserción en el mercado mundial único. ,

La estrategia liberadora latinoamericana de tomar el poder del estado a través de una guerrilla con mayor o menor apoyo popular y el consecuente cambio al bloque del Este como manera más corta y eficaz para sacar de la miseria y la marginación a las grandes mayorías, hace 10 años no era sin más imposible. Reagan y Bush probablemente no se equivocaron al considerar a Nicaragua como la principal amenaza para los intereses geoestratégicos de América Latina. Nicaragua era un cáncer en metástasis que suscitaba grandes entusiasmos en toda América Latina. Los países pobres del entonces llamado Tercer Mundo tenían en Nicaragua un camino interesante a seguir. La economía mixta, la reforma agraria, las cooperativas campesinas, los cabildos populares, las experiencias culturales, la participación masiva de cristianos en la revolución y en la estructura de gobierno, el mantenimiento de la democracia y la oposición hacían de Nicaragua una experiencia mucho más atractiva que la cubana. San Salvador, Guatemala, México tenían en Nicaragua una retaguardia magnífica. Estados Unidos, además de las múltiples acciones encubiertas y el desarrollo de toda una estrategia terrorista en el interior de Nicaragua no tuvo suficiente con el dinero del congreso y de empresarios privados para financiar a la contra y tuvo que recorrer al narcotráfico y a la venta de armas a Irak. En San Salvador, un país más pequeño que la provincia de Barcelona, tuvo que invertir más de l millón de dólares diarios para frenar a la guerrilla e involucrarse en el asesinato de miles de campesinos e indígenas amen de los casos con mástrascendencia internacional como el asesinato del Arzobispo Oscar Romero y los ocho jesuitas de la UCA.

Hoy sin embargo, aunque los sandinistas fueran unos santos, aunque accedieran con una mayoría absoluta al poder, no podrían hacer nada parecido y aunque lo hicieran no constituirían el mismo tipo de amenaza para el sistema mundial que la que constituyeron hace 10 años.

2. La revolución hoy es más necesaria que ayer.

Si en América Latina el origen o al menos la justificación última de las revoluciones ha sido siempre el empobrecimiento de las grandes mayorías, con el fin de la guerra fría ésta ha aumentado de manera escalofriante. Nunca en la historia ha existido una concentración y centralización del poder tecnológico, financiero político y militar en tan pocas manos. Si la caída del muro de Berlín evidenció el colapso del socialismo real también nos muestra ahora el horrible fracaso del capitalismo real. Algunas estadísticas de la ONU nos ilustran al respecto:

un 20% rico (1200 millones de personas) de la humanidad controla el 83% de los ingresos del mundo y el 20% más pobre sobrevive con el 1.4 % de estos ingresos.

1000 millones de personas sobreviven con 1 dólar por día

3000 millones de personas sobreviven con 2 dólares por día.

358 personas tienen individualmente capitales acumulados del orden de 762 millardos de dólares. poseen 358 personas el equivalente al 45% de la humanidad más pobre de la población mundial, es decir de 2400 millones de las personas más pobres del mundo.1

El número de billonarios( dólares) se ha incrementado en los últimos 4 años en un 147%

A pesar del fin de la guerra fría el gasto militar anual es de 815 millardos de dólares equivalentes al 40% de ingreso per capita de la humanidad más pobre. Los 100 millardos de dólares en que se ha visto reducido el gasto público militar es superado por los gastos en empresas de seguridad privada.2

Después del fin de la guerra fría y la desaparición del 2 mundo, las categorías norte-sur, desarrollo-subdesarrollo, primer-tercer mundo, centro-periferia cada vez sirven menos para dar cuenta del conflicto más genuino de nuestro tiempo: el conflicto entre ricos y pobres. En El sur hay un norte que participa del 20 % más rico y en el Norte hay un sur formado por inmigrantes, indígenas y desempleados que tienen cada vez condiciones más semejantes a las mayorías del Sur.

México y Nicaragua que al comienzo de los 90 fueron considerados como experiencias esperanzadoras de un nuevo orden económico y político son hoy la mejor muestra en Latinoamérica del fracaso de las llamadas políticas neoliberales. Nicaragua es el único país del mundo cuyo ingreso per capita es 59% más bajo en 1994 que en 1960. Nicaragua por otra parte es después de Israel el país que en los últimos 5 años mas ayuda externa ha recibido, y a pesar de esto su crecimiento económico es peor que en todos los años sandinistas y 40% inferior que en 1985 cuando el país estaba en plena guerra.3

Pero quizás lo más elocuente del fracaso del capitalismo son las propias palabras de Michael Camdesuss que no es precisamente un ex-comunista sino presidente del Fondo Monetario Internacional: "El mercado cuando es enteramente abandonado a sus propios mecanismos es una sentencia de muerte para los pobres. Esta es la razón por la que no podemos aceptar la substitución del fundamentalismo marxista por el fundamentalismo del mercado. En el mercado se dirime la fuerza de la vida y de la muerte. En el mercado mundial por tanto todos tenemos una responsabilidad sobre la vida y la muerte de los otros."4 Independientemente de la valoración que hagamos de esta "nueva retórica" de uno de los principales responsables de las políticas llamadas eufemísticamente de ajuste en los países pobres5 es importante subrayar que incluso entre los principales responsables de las políticas neoliberales estas no gozan ya de la credibilidad del pasado.6.

Una vez eliminado el peligro del comunismo el capitalismo va perdiendo todo tipo de pudor frente a la miseria. Cada día que pasa es más obvio que los cambios estructurales en el sistema mundial, son mas necesarios que nunca. ¿Cómo hacerlos mínimamente viable? ¿Cómo no convertir la revolución en una prédica de púlpito? ¿Cómo movilizar fuerzas que puedan hacer de la transformación de un sistema mundial algo más que un sueño o un deseo?

A riesgo de simplificar, de caricaturizar y de separar cuestiones que a menudo siguen muy mezcladas, creo que en la izquierda latinoamericana se dibujan hoy tres grandes tendencias que intentan responder a este interrogante. Se podría hablar con cierto tino de una tendencia reformista, de una tendencia ortodoxa y de una tendencia civil y popular. El debate serio y profundo entre estas tendencias podría alumbrar ciertamente nuestro futuro más inmediato. En cualquier caso es perentoria la necesidad de la izquierda de fortalecerse intelectualmente sino quiere ser sólo un pasaje de la historia.

3 La tendencia reformista

Jorge G Castañeda, en su libro "La utopía desarmada" es el que probablemente ha popularizado más esta tendencia, cuya expresión política más clara es en Nicaragua el MDR (Movimiento de renovación sandinista) liderado por Sergio Ramírez, antiguo vicepresidente el gobierno Sandinista, y en EL Salvador Joaquín Villalobos, uno de los dirigentes del FMLN más famosos y conocidos. Lo más característico de esta tendencia no estaría en la recusación de la "lucha armada", la práctica totalidad de la izquierda latinoamericana cuestiona, hoy por hoy, la idea de tomar el poder mediante la victoria militar, sino en los objetivos de la lucha misma. La idea de revolución quedaría relegada para minorías testimoniales. Se considera tan difícil la posibilidad de cambios estructurales que pretender constituir movimientos revolucionarios sería más inmovilista que otra cosa. En su lugar se trataría de atemperar los efectos del neoliberalismo, de moldear el modelo existente, un programa reformista inspirado en fórmulas socialdemócratas que combinen cambio y continuidad, crecimiento y equidad, democracia representativa y representación social.

Uno de los grandes errores de la izquierda tradicional sería no haber aceptado ni comprendido la economía de mercado. "Si se es anticapitalista no se puede ser seriamente democrático".7 Se establece una especie de ecuación entre economía de mercado y democracia representativa. No sólo se acepta el sistema de mercado porque no pueda haber otra cosa sino por la asunción de una metafisica por la que se entiende que el mercado es lo que más corresponde a la esencia humana: "El mercado es inherente al ser humano es necesaria la existencia de diferencias sociales porque sin el derecho a la acumulación no funciona la producción y no se genera riqueza ni desarrollo."8

Dora María Téllez en un documento para formación de líderes del MDR decía: "Un programa para los pobres en general es inviable, y el reconocimiento de esto nos aleja del cristianismo, pero nos acerca a la realidad de un partido político en Nicaragua. Lo político, lo viable, es optar por agentes económicos determinados...no son los desempleados -cerca del 70% en Nicaragua- los que van a reactivar la economía del país" Su tesis sería que mientras la izquierda revolucionaria hace un discurso genérico en favor de las mayorías, carece de alternativas económicas mientras que apoyando a los empresarios se puede generar crecimiento y desarrollo como primer paso para una mejor distribución de los recursos. Su propuesta se sitúa entre la absolutización del mercado (situación actual) y el estatismo y la economía planificada. Pretendiendo emular en los países pobres la socialdemocracia europea.

El segundo gran error de la izquierda latinoamericana sería no haber levantado y defendido con absoluta claridad la bandera de la democracia. La izquierda latinoamericana debería mostrarse absolutamente intransigente ante la falta de democracia interna o ante la falta de democracia representativa o ante cualquier violación de lo derechos humanos, venga de donde venga. Reconocen y proclaman el déficit democrático de los partidos de izquierda tradicionales. "Aceptar la democracia representativa significa que jamás habrá poder total. que la gestión está constantemente sometida a prueba y vigilada por la sociedad civil". 9

Y el tercer error sería haber opuesto el Imperialismo Norteamericano al nacionalismo latinoarnericano. La construcción de la nación en pleno siglo XX en muchos de los territorios de Latinoamérica ha tenido consecuencias funestas para muchas de sus culturas minoritarias y en Estados Unidos se han perdido muchos posibles aliados de la izquierda latinoamericana. No hay que oponer Estados Unidos con Latinoamérica, sino oponerse a políticas específicas del gobierno de Estados Unidos aliándose con grupos civiles y partidos de este país que también recusen estas políticas. Por otra parte hay que reconocer que el nacionalismo es más una trampa que legitima la exclusión y las diferencias en el sistema social mundial que un instrumento liberador para las mayorías pobres.

La principal fuerza de estas formaciones estriba quizás en que sus planteamientos políticos están menos en contradicción con las tendencias ambientales generadas por el neoliberalismo. También la crítica que hacen a los que se aferran a los principios está en consonancia con los tiempos: "Las posiciones más radicales, contestatarias y críticas por principio son tranquilizadoras de conciencias de minorías radicales pero traiciona los intereses de las mayorías que quieren resultados." Pero lo que no está claro es que el reformismo sea lo más "pragmático" y útil para las grandes mayorías de la humanidad. ¿Hasta que punto bastan las reformas para satisfacer las necesidades mínimas (respirar, comer ,beber) de la mayoría de los seres humanos?

La principal debilidad es que es un intento (una vez más) de trasponer los esquemas de la socialdemocracia Europea a Latinoamérica con una estructuración social muy diferente: una gran mayoría pobre, una gran economía informal, y unos pocos muy ricos y poderosos que extienden sus tentáculos hacia la propiedad de la tierra y la propiedad financiera. Difícilmente se puede pretender cambiar los efectos del mercado sobre la mayoría de la humanidad sin cambiar las causas.

4. La tendencia ortodoxa

Frente a los reformistas que simplemente abandonan el marxismo puesto que las sociedades que se inspiraron en él han fracasado aquí se pretende separar totalmente el marxismo de la crisis del socialismo real. El problema no serían las tesis marxista-leninistas, ni las estrategias de toma del poder estatal, ni las élites de vanguardia sino fundamentalmente la corrupción de los dirigentes políticos. Hoy se trataría de mantener fundamentalmente los mismos principios y estrategias en la esperanza, bien que llegué al poder la izquierda revolucionaria en algún estado importante, (por ejemplo en la Unión soviética) bien que puedan sumarse las fuerzas de diferentes estados. En muchos casos se afirma también que el fracaso obedece a no haber sido suficientemente "marxistas" es decir, en haberse precipitado en la revolución sin tener en cuenta el desarrollo de las fuerzas de producción. Se asume implícitamente un sentido lineal y etapista de la historia. Lo que habría que hacer en Latinoamérica para caminar hacia el socialismo es desarrollar ahora el capitalismo, modernizar las sociedades agrarias, (muchos antiguos revolucionarios son hoy prósperos empresarios).

Se da por sentado que el partido revolucionario es una categoría superior, dirigente, respecto de las organizaciones de base, que de alguna manera debe liderarlas y conducirlas.

Esto junto con la debilidad intelectual ( muchos intelectuales bien por hastío, bien por clase social o por falta de libertad se han retirado de estos partidos) y la costumbre de tener consignas y cuadros conceptuales claros contribuye a mantener un importante déficit democrático, a tener miedo de las tendencias, del debate, de los análisis profundos y de la revisión de las categorías y de los esquemas mentales al uso. Se acusa a los reformistas de falsear la historia de la izquierda, de reducir el rico mosaico de experiencias revolucionarias, cooperativas, colectivización de tierras, democracia asamblearia, escuelas experimentales etc. a élites de movimientos guerreristas, imputando el fracaso de la izquierda en primer lugar a su estrategia, mitos e ideas y no al aplastamiento y asesinato sistemático a la que fueron sometidos cientos de miles de indígenas, campesinos. Se rechaza la socialdemocracia por su inaplicabilidad en los países pobres, sus fórmulas no ofrecen ninguna ventaja a los excluidos. Las experiencias socialdemócratas en América Latina (Alan García, Carlos Andrés Pérez, Paz Zamora han fracasado tanto o más que las políticas revolucionarias) 10 .

Su principal fuerza son precisamente los excluidos, su disposición a las movilizaciones populares y su oposición sin ambages al liberalismo vigente. Su principal debilidad son sus protestas sin propuesta, sin alternativa real a corto y medio plazo pero creo que hay algunos síntomas esperanzadores allí donde esta tendencia no se precipita en presentar paradigmas nuevos ( que en realidad suelen ser muy viejos). Es interesante observar por ejemplo en Cuba, máxima expresión de la ortodoxia latinoamericana, este proceso de autocrítica formulado por uno de sus filósofos oficiales.11 Según Pablo Guadarrama hay que disolver todos aquellos presupuestos míticos que hasta ahora alimentaban los proyectos revolucionarios para recuperar efectivamente las fuerzas emancipatorias y liberadoras. Entre las ideas y los mitos que habría que desterrar destaca Guadarrama la creencia de que el proletariado es el sujeto histórico destinado a hacer la revolución; la idea de una casta o vanguardia que sea la conciencia, la conducción de la revolución, y que conozca los intereses objetivos de los oprimidos; la idea de que la revolución es inevitable por una especie de lógica dialéctica inherente en el dinamismo de la historia, la idea de que en la historia hay un proceso lineal ascendente, la idea de que la historia tiene un fin que es la

reconciliación universal.

Si la historia no tiene un fin, podemos afirmar, contra los hegelianos de derechal2, que la historia sigue. Si la historia no es un proceso ascendente no se justifica a los vencedores ni se legitima la miseria y el genocidio de millones de personas. No es cierto como le gusta decir a Fidel Castro que el tribunal de la historia le absolverá o le dará la razón. La historia siempre absuelve a los vencedores y culpabiliza a las víctimas. No hay ningún tribunal extrínseco a la memoria y a la reflexión de los seres humanos mismos. Sino hay ningún sujeto "privilegiado" del cambio social todos podemos ser agentes del mismo. Si no hay una dialéctica intrínseca en el dinamismo histórico la revolución no depende de ninguna providencia extrínseca sino de la constitución de fuerzas sociales que la realicen. Si no hay más interés que el interés individual la revolución no puede hacerse sin la participación activa de las mayorías. Si la experiencia nos enseña que el oprimido a menudo interioriza los esquemas del poder (el esclavo que no quiere la libertad, la mujer que justifica la violencia de su marido, el indígena que se siente primitivo o salvaje...) también nos enseña que sólo pueden liberarse siendo sujetos activos de su liberación.

5. La tendencia civil y popular.

Parte de la imposibilidad de mantener la estrategia declarada de los movimientos de liberación en América Latina consistente en la toma del poder del Estado mediante una vanguardia para después adscribir el nuevo estado al bloque socialista o bien desgajarlo de la economía mundial y someterlo a un proceso autárquico.13 En la actual interdependencia mundial es difícil pensar en un gobierno socialista en un sólo Estado Nacional. Incluso la caída de la Unión soviética "no se explica sólo por la oposición interna a sus estructuras totalitarias sino por su incapacidad para competir con éxito en el mercado mundial" 14 La cuestión fundamental en esta tendencia es pensar en nuevos caminos para una revolución que como hemos visto se inspira en causas mucho más agudas que antaño. Es tiempo de revisar conceptos y de no precipitarse en las respuestas por más que las urgencias sean acuciantes.

Un primer grupo de cuestiones a replantear provienen de la constatación de que hoy la sociedad es mundial l5 . La toma de poder del Estado por un partido de hombres honestísimos es bastante irrelevante para paliar tan siquiera la situación de las grandes mayorías. En el mejor de los casos, la constitución de un estado socialista en una sociedad mundial no deja de ser puro reformismo. Se trataría de replantear la función del partido político que normalmente ha supeditado los intereses populares a los intereses estratégicos de la toma del poder estatal y luego a los "intereses nacionales". Al no colocar en el primer punto de la agenda la toma del poder estatal los partidos políticos revolucionarios se liberan de la sensación de fracaso y pueden aportar su grano de arena para la constitución de una sociedad civil planetaria que propicie una transformación democrática de las instituciones mundiales hoy existentes y por otra parte las acciones locales, en la medida en que dejan de supeditarse a intereses estratégicos cobran mayor fuerza y relevancia.

Un segundo grupo de cuestiones es que el sistema social mundial no es nada fuera de nuestras acciones u hábitos cotidianos. Hay que difuminar los diques entre lo privado y lo público, lo institucional y lo cotidiano, lo macro y lo micro. Y todo ello sin paralizarse por nuestra corresponsabilidad en el orden mundial. No esperar a la revolución para cambiar de vida. Los hábitos, las economías populares, son vitales para la sobrevivencia de hoy

En tercer lugar la amenaza y los límites ecológicos son todavía tomados muy poco en serio. La única solución verdadera a la paradoja de los chinos: "Si cada chino tiene una moto el mundo será invivible" es cambiar radicalmente las formas de vida. La otra solución: mantener en la miseria a la mayoría de la humanidad o incluso su exterminio sólo sirve para prolongar la agonía de nuestra civilización. Una serie de experiencias y de formas de civilización alternativas existen ya hoy. Gorostiaga lo llama civilización de la simplicidad 16, una civilización que puede dar más felicidad y a mucha más gente que la civilización del consumo, el individualismo y la posesión. La civilización del juego y la simplicidad, de la calidad de la vida, la sostenibilidad, la igualdad y la alegría compartida es hoy una cuestión de supervivencia humana y de verdadera superación del hastío.

En cuarto lugar hay que reconocer la fragilidad de las propuestas económicas en términos globales. Pero en principio se puede afirmar que una orientación democrática de la economía mundial (socialdemócrata e incluso liberal) altera más las raíces del sistema y puede beneficiar más las grandes mayorías de la humanidad (los pobres absolutos) que una revolución socialista en un Estado nacional.

En quinto lugar hay que repensar la unidad y diversidad de los seres humanos. Por un lado nos encontramos con un mundo unificado violentamente que sólo puede subsistir con una heterogeneidad radical (ricos y pobres) en las formas de vida . Por otro lado con un pensamiento cuasi-único que se impone a través del mercado y la comunicación unidireccional mundial por encima de los valores y las reflexiones endógenas. Se trata de una homogeneización cultural que crece al mismo ritmo que la heterogeneidad y diversidad económica. En este contexto solo puede hablarse de tolerancia y de respeto a la diversidad y a las identidades con un mínimo de sentido siendo intolerables con la miseria y el hambre e irrespetando las diferencias sociales impuestas por el fundamentalismo más peligroso y terrorista de nuestro tiempo: el fundamentalismo del mercado. Sin acabar con este fundamentalismo y sin instituciones mundiales que protejan a las minorías y que recreen y recompongan la creación moderna de los Estados-nación es previsible que vayamos acostumbrándonos a genocidios y expresiones violentas inadmisibles como las de Somalia, Ruanda, Chechenia, Bosnia, Argelia, Chiapas, Guatemala; Brasil, Colombia, Kurdistan l7, Tíbet, el asesinato de inmigrantes despreciados l8 que buscan un trabajo manual en las ciudades Europeas, para citar sólo algunas de las tragedias humanas más recientes.

Las agresiones culturales y los otros fundamentalismos son imparables mientras no se revierta la racionalidad mercantil impuesta mundialmente y su consecuencia más notoria: la creciente diferencia entre pobres y ricos de la misma sociedad mundial.19, Es imprescindible la lucha por una ciudadanía planetaria que elimine las sangrantes diferencias económicas y que integra la diversidad cultural del mundo. En esta perspectiva las culturas indígenas sobrevivientes tienen una precisa actualidad: sus valores y sus formas de vida son efectivamente universalizables.

Por último es importante luchar en todos los espacios por la democratización de las estructuras y la participación democrática de las personas, desde los grupos, ONG's, entidades locales y municipales, hasta las grandes redes e instituciones mundiales. El consenso emergente y apenas iniciado en la sociedad civil mundial, esta mundialización desde abajo, desde dentro y hacia arriba puede constituir una fuerza social poderosísima, puede ser una amenaza mucho mayor para el capitalismo salvaje que lo que fue el socialismo de estado 20 . De nosotros depende convertir las amenazas y los deseos en realidades.