Cambiaron los tiempos, fue allá por los años setenta, a finales, cuando la industria, como se había conocido en la primera mitad de siglo, empezaba a quedar obsoleta y las formas de producción y las relaciones que vinculaban a las personas con sus trabajos también. Era el fin del fordismo y elprincipio de postfordismo, aunque seguro queda alguna fábrica por la que parece que no pasa el tiempo. Vinieron las ZUR (Zonas de Urgente Reestructuración), se cerraron las grandes fábricas, los astilleros, la minería, y la gente fue reestructurada por zonas, que era algo así como decir: "todos vosotros, o jubilados, o al paro".
Había que reestructurar también a la sociedad, y las relaciones laborales existentes hasta entonces ya no eran válidas. A partir de la reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1984, aparecen nuevos tipos de relaciones entre las personas y sus trabajos, son los contratos a tiempo parcial, los contratos de formación y los contratos de duración determinada. Con la reforma de 1994 se abre la puerta a una nueva forma de especulación que aumenta la precariedad laboral, son las ETT's, empresas destinadas a lucrarse con el trabajo ajeno, exento de condiciones laborales dignas.
En estos casi veinte años, la precariedad que se podía preveer con aquellos nuevos contratos ha sido superada por la realidad, y es que últimamente la realidad supera cualquier predicción que el más agorero pueda hacer. Los lazos sociales que establecieron nuestros padres en los sesenta, vincualdos a un entorno laboral estable en grandes centros de producción como la Seat y en torno a los que giraba la vida social del barrio, quedan tan lejos que cuesta recordarlos.
En estos casi veinte años de postfordismo no sólo se ha creado un nuevo método de organización y gestión del trabajo basado en la inestabilidad laboral sino que además se han creado las relaciones sociales y las nuevas necesidades que han provocado la implantación de esta inestabilidad como algo natural.
Por un lado, la precariedad laboral es la normalidad en la relación con el trabajo, casi todos los contratos son a tiempo parcial o a través de ETT's; además, las retribuciones económicas no se ajustan a las necesidades reales.
Pero, ¿cúales son las necesidades? Este es otro de los grandes cambios que se han producido durante estos casi veinte años. Nuestra sociedad ha sufrido una gran transformación. La economía basada en las grandes industrias ha dejado paso a una economía basada en el sector servicios, y hoy en día la mayoría de la gente trabaja para ofrecer a su vecindario algo que consumir. Gran parte de la producción viene de lejos, de países en los que la explotación laboral es mayor.
Esto no sólo ha modificado las relaciones de la gente con el trabajo, sino también con el entorno. Las ciudades se han transformado para acoger esta nueva sociedad del consumo, los espacios públicos destinados a las nuevas relaciones sociales, son espacios comerciales, desde calles peatonales llenas de comercios a grandes centros comerciales en los que, aparte de todo tipo de tiendas, se pueden encontrar bares, resturantes, cines y toda la oferta pseudocultural del consumo para que tu vida gire alrededor de tu centro comercial más cercano.
Las remodelaciones urbanísticas van en este sentido y ayuntamientos como el de Barcelona se enorgullecen de la transformación de Diagonal Mar con su centro comercial. Los ayuntamientos han dejado durante estos casi veinte años el terreno libre a la especulación inmobiliaria, la transformación de las ciudades ha sido rápida y facilmente visible. A simple vista todo esta más limpio, es más "bonito", pero la realidad esconde que se ha creado una ciudad en la que consumes o eres excluido y por tanto marginado. Para sentirse incluido en la sociedad hay que tener la posibilidad de acceder a más y más cosas. Por otro lado necesidades básicas como son la vivienda se ha convertido, gracias a la especulación, en un lujo impensable.
La precariedad ha ocupado a más y más gente ya que una familia no puede subsistir de un único sueldo. "Es un orgullo social que las mujeres también haya entrado a formar parte del mercado laboral. Es un gran avance en la igualdad", comentaría el politico de turno. La pena es que se olvida de comentar que es un gran avance en la precariedad y en la explotación de la mujer.
Por su parte, en este periodo, los sindicatos no han sabido transformarse para hacer frente a las nuevas situaciones de precariedad provocadas por la sociedad del consumo, quedándose relegados a realizar funciones de gestión para los cada vez más grandes cuerpos de funcionarios de las multiples administraciones y empresas en las que aún se mantienen gran numero de empleos estables, "representa lo más retrógrado de la nueva estructura social y el sector menos susceptible de la renovación contra la explotación. Viven satisfechos en su posición funcional, con niveles aceptables de consumo (acceso a los principales símbolos y formas de prestigio) y ajenos a la realidad de las condiciones laborales de la nueva miseria" (Emmanuel Rodríguez, La transfiguración de la producción). Ejemplos claros de esta gestión sindical es Telefónica de España. En 1992 trabajaban en esta empresa unas 72 mil personas, colectivo mayoritario en el grupo Telefónica. Hoy en día trabajan unas 40 mil y en los próximos meses se espera una reestructuración que supondrá la perdida de unos 10 o 15 mil puestos de trababajo, mientras que en el grupo Telefónica hoy en día trabajan más de 150 mil personas en una situación laboral peor que la de Telefónica España. Además, es de destacar que el sector de las telecomunicaciones es el que existe un mayor número de personal en precario mientras que es el que obtiene más beneficios dentro de la economía de las nuevas tecnologías.
Esta situación de precariedad laboral generalizada establece una cultura general del miedo. El miedo a perder el puesto de trabajo, el miedo a no poder pagar la hipoteca, el miedo a no poder pagar el recibo de la luz, el teléfono, el agua, el coche,el.... El miedo a sentirse excluido en la sociedad de consumo ha provocado que la precariedad se extienda desde los ambitos de la relación con el trabajo, al resto de ambitos de nuestras vidas. En menos de veinte años de precariedad laboral, un espacio de tiempo muy corto cuando hablamos de periodos de evolución histórica, se ha transformado en precariedad social.
Una precariedad social en la que todas las formas de opresión y control que históricamente el capitalismo había utilizado como formas de relación entre las personas y sus trabajos, hoy se encuentran representadas en todos los ámbitos de la vida.
Una precariedad social construida desde los grandes centros de poder, a base de entrelazar unas cuantas verdades a medias,convertirla en una gran mentira y arrojarla desde los medios de comunicación como una verdad absoluta gracias a la cual es más fácil marcar a los excluidos. Se trata de "el fascismo postmoderno que contiene todas las formas históricas del capitalismo y, en este sentido, es su culminación" (Santiago López Petit, La vida como acto de sabotaje). Y como centro de esta transformación continua, de esta opresión marcada por el miedo, la metrópoli continuamente cambiante,transformándose para enriquecer la especulación y para invisibilizar a la exclusión.
Ante esta situación de precariedad social cualquier tipo de respuesta individual tiende a ser invisibilizada, reprimida o excluida, por ello la colectividad, la comunidad como espacio común de respuesta es el reto que tenemos por delante. "La sociedad es algo que se escurre, se escurre financieramente, ideológicamente, existen puntos de escape por todas partes" (Guilles Deleuze).
Por eso, las formas colectivas de oposición a la precariedad social pueden ser tan diversas y ricas que pueden convertirse en incontrolables.
Desde proyectos de autoempleo, como el Centro Cultural Arran, que busca transmitir una cultura crítica, en el barrio de Sants de Barcelona; o proyectos de cooperativas ya sean urbanas o rurales, como el caso de Longo Maï, colectividad rural francesa con 30 años de trabajo colectivo (Daniel López, Colectividad Rural Francesa Longo Ma); hasta proyectos mediáticos y de apoyo mutuo como el de Chainwokers en Milán. Chainwokers es un colectivo de personas relacionadas con el centro Social Okupado Deposito Bulk. A raíz de una autoencuesta sobre sus situaciones de precariedad, se convierten en un grupo de acciones mediáticas para denunciar y hacer públicas las condiciones laborales de las personas que trabajan en las grandes cadenas comerciales, con el apoyo del sindicato CUB (Comité Unificado de Base). Al mismo tiempo, la CUB realiza, en el Centro Social, labores de asesoramiento laboral y jurídico para los y las trabajadoras precarias de la ciudad.
La acción mediática de Chainwokers ha sido ampliada con el sitio web http://www.eurosocialactivism.org, que surge como idea conjunta de Chainworkers Milán (http://www.chainworkers.org) y Yomango Barcelona (http://www.yomango.net) de intercambio de experiencias de activismo mediático en torno a la privatización y la precarización social. En este proyecto participan también McWorkers Resistence de Glasgow (http://www.mwr.org.uk) y Arrgg! de París (http://www.aarrg.fr). O pensemos en proyectos de otro signo, como la comunidad Linux, o el copyleft contra la propiedad intelectual y por una intelectualidad colectiva. En definitiva, cualquier experiencia colectiva que nos hagan escapar de la cultura del miedo, para abrir nuevos espacios propios en los que la precariedad social no sea la regla de relación social establecida. Un éxodo que no significa huir, sino establecer un conflicto "para defender relaciones sociales y formas de vida nuevas, a partir de las cuales ya se esta construyendo experiencia" (Paolo Virno, Virtuosismo y Revolución, Traficantes de Sueños). "Se trata de inventar nuevos gestos que en su repetir abran nuevos mundos en los que habitar" (Mar Traful, Por una política nocturna).