El otro día celebramos el trigésimo aniversario del golpe de estado del 23F... no quería hablar del tema, me ofende a la vista la laxitud con la que se tomo el "incidente" y que nadie haya hablado claro del tema.. ya que sus consecuencias aún las vivimos aún en día y no me refiero a los agujeros de bala en el techo del congreso, pero me sirve de preámbulo para hacer una reflexión.
La forma en la que se vivieron los hechos se pueden clasificar en dos ramas: los que, aunque en alerta, sabían que nada tenían que temer y los que lo vivieron con pánico esperando que vinieran a llevárselos.
La diferencia era sencilla, todo dependía del bando en el que te encontrabas, o si queremos decirlo mas sutil, de lo que te estabas jugando en ese momento... eso mismo ocurre con el paro y la reforma laboral, hoy en dia.
Es el trabajador quien tiene la sarten por el mango, quien tiene el poder de movilización y protesta... el que esta en paro, podrá gritar y lanzar piedras, pero no tiene repercusión.... el poder reside en la forma de comportamiento del que si tiene trabajo.... y su actitud es absolutamente pasiva y sumisa... sin valorar que, cuando le despidan, y puede ser mañana, habrá perdido ese poder y será demasiado tarde.
Nunca nos debería de parar el miedo a "que me despidan", porque esa espada de Damocles ya cuelga sobre tu cabeza sin necesidad de que hagas nada. De esta forma solo actuamos en beneficio de ellos, que se están nutriendo de mano de obra aborregada y acojonada, alimentada por el miedo y no por sus salarios. se perjudican ellos, que aceptan la merma de salarios y condiciones laborales, pero perjudican al resto, sin darles ningún beneficio, ya que desequilibran la oferta y la demanda.... y ¿con que objetivo? comer hoy sin saber que pasará mañana.... hasta que un día, no tan lejano, te toca el garbanzo negro y acabas haciendo fila en el INEM, con las orejas gachas y preguntándote ¿por que, si no hice nada?... pues precisamente por eso, por no haber hecho nada, cuando tuviste la oportunidad.