En la Patagonia todavía hoy se recuerdan estos hechos.
En una olvidada localidad cordillerana escuchamos, cincuenta años después, al octogenario Gabino Pérez, entonar estas estrofas, acompañándose con la guitarra.
En una olvidada localidad cordillerana escuchamos, cincuenta años después, al octogenario Gabino Pérez, entonar estas estrofas, acompañándose con la guitarra.
Bajo el mando de Varela
ésta hóspita y gran capitalmil soldados partieron ufanos
con un aire solemne y marcial.
Y llegaron allí, donde muchos
proletarios repletos de afán,
con la huelga, que es su única arma potente,
defendían su mísero pan.
Emboscadas, traiciones, violencia
es la norma del buen militar.
Fueron armas corrientes que usaron
los que iban el fuego, a apagar.